martes, 17 de mayo de 2011

Análisis del Libro ser Capitalista es un mal

Aquel 11 de abril dos sectores sociales, dos expresiones totalmente distintas del país enfrentaron sus posiciones políticas, unos a favor del gobierno presidido por Hugo Chávez y otros opuestos a su gestión, ambos absolutamente radicales en sus posturas, lo cual condujo a hechos de violencia extrema, con saldo de muertos y heridos, no precisamente entre líderes, sino de la gente que dio la cara ante el conflicto.
Enmarcado en fuertes protestas y una huelga general convocada por Fedecámaras, que duró más de tres días, el 11 de abril del 2002, el mando de la oposición convocó a una marcha permisada entre los sectores caraqueños de Parque del Este y PDVSA Chuao que luego fue desviada hacia al Palacio de Gobierno ubicado en Miraflores, Caracas. Alrededor del mismo se habían congregado simpatizantes de Hugo Chávez, y cuando ambos bandos se encontraron se produjeron enfrentamientos que causaron varios muertos en ambos bandos.

No fue sólo el saldo fatal, tan lamentable, sino la ruptura del hilo constitucional, el resquebrajamiento del civilismo, una salida de fuerza para despojar del mando de la república al presidente Hugo Chávez, a quien los militares alzados mantuvieron prisionero, mientras sus seguidores se mantenían en la calle dispuestos a todo y a cualquier precio para lograr su liberación e instalarlo nuevamente en el poder, mientras Carmona se apresuraba, dentro de sus errores políticos, a disolver todos los poderes públicos y lo que quedara en pie estaría subordinado al nuevo gobierno que surgía de facto, prometiendo en una asamblea constituyente y elecciones en 90 días.
Consideramos que, básicamente, dos vertientes de pensamiento estaban involucrados en el golpe de estado: grupos de demócratas-cristianos y grupos de socialdemócratas. Dos figuras públicamente expuestas voluntariamente: Enrique Mendoza y Carlos Ortega. A decir del señor Otto Reich estaban involucrados a “…La salida de Chávez…fue el resultado…que envolvieron…la Confederación de Trabajadores de Venezuela…la Iglesia…PDVSA…los militares, sociedad civil…Fedecámaras y medios de comunicación…”

Hace nueve años, exactamente en el año 2002, Venezuela fue escenario de dos acontecimientos que pasaron a formar parte de la historia política del mundo. El 11 de abril de 2002, dirigentes de los partidos de oposición, los dueños de los principales medios de comunicación privados, un significativo grupo de generales y vicealmirantes en contubernio con algunos gobiernos de países desafectos al presidente Hugo Chávez Frías, teniendo como base el apoyo de importantes sectores de las clases medias y altas de la sociedad venezolana, insurgieron contra la Constitución nacional y todos los poderes establecidos (gabinete, Parlamento, Fiscalía General, Tribunal Supremo de Justicia, Defensoría del Pueblo, Contraloría de la República, gobernadores y alcaldes). Ese día, el presidente Hugo Chávez fue depuesto con mensajes mediáticos que utilizaron mentiras y medias verdades que sembraron dudas, rechazos y odio en sus seguidores y en contra de la figura del mandatario nacional.

Mientras la masa opositora acudía al palacio presidencial de Miraflores para enfrentarse con un numeroso grupo de simpatizantes del Presidente Chávez que rodeaban la sede del Poder Ejecutivo, se suscitó una cadena de episodios violentos que significaron la muerte de una veintena de ciudadanos, tanto partidarios del gobierno como de la oposición, quienes, en la mayoría de los casos, sucumbieron por balas de anónimos francotiradores.
Las infundadas acusaciones, manipulaciones mediáticas y la traición de todo tipo, produjeron como resultado un golpe de Estado, la detención del presidente constitucional de Venezuela y la proclamación como nuevo presidente en el país del máximo dirigente de la cúpula empresarial

Inmediatamente comenzó la persecución e intento de linchamiento de seguidores y funcionarios del gobierno democrático por turbas enloquecidas por el afán de revancha y el odio social, lo que generó no sólo la detención de ministros y parlamentarios sino también el asesinato de algunas decenas de luchadores sociales con fuego policial.
Afortunadamente, esa dictadura duró muy poco, sobre todo porque a los golpistas se le olvidó un pequeño detalle: cuál sería la reacción de la mayoría del pueblo venezolano y de la Fuerza Armada leal con la Constitución y con su comandante en jefe. Es así entonces que millares de ciudadanos comenzaron a movilizarse solicitando la presencia del Presidente Hugo Chávez, hasta el punto de rodear diferentes sedes gubernamentales y militares del país, incluyendo el Palacio Presidencial.

En apenas 47 horas, esa fuerza del poder popular venezolano y la ayuda de los militares leales a la Constitución depuso a los golpistas y reinstalaron al Presidente Hugo Chávez al frente del Gobierno Bolivariano.

Este hecho se convirtió en inédito no sólo desde el punto de vista histórico, sino también desde el análisis de la teoría política. Desde ese momento en Venezuela se levanta una consigna como respuesta a los soñadores de los atajos golpistas: cada 11 tiene su 13 abril. Los Medios de comunicación en los acontecimientos durante el paro se comportaron de una forma atípica en comparación con otros países: todas las televisoras privadas de alcance nacional y los periódicos más importantes le dieron apoyo irrestricto, sin disimulo. Los primeros suspendiendo toda su programación de entretenimiento y sus anuncios comerciales para dar paso a programación política e informativa durante 18 ó 20 horas al día.

Los periódicos apoyaron al paro: algunos no circularon los primeros días, pero después decidieron seguir editando ediciones donde sólo se exponía el desarrollo y el "éxito" del paro, suspendiendo publicidad y noticias deportivas, culturales y de otra índole. Era cotidiano ver a grandes periódicos de circulación nacional, como El Universal, titular en su primera plana con grandes letras mayúsculas: "¡Hasta que se vaya!" Esta actitud de los medios fue criticada por algunos opositores a Chávez.

Simpatizantes del presidente Chávez acusaron a los medios de comunicación privados, incluyendo canales de televisión, emisoras de radio y la prensa nacional, de sólo emitir los actos de protesta de la oposición —también habían manifestaciones y concentraciones chavistas todos los días— y de no permitir entrevistar a personas partidarias del gobierno. El canal de TV y la emisora de radio oficial también participaron en esta guerra mediática parcializándose a favor del gobierno, si bien era un enfrentamiento desproporcionado. De esta forma, la polarización se acentuó mucho más y los medios de comunicación imparciales prácticamente desaparecieron.
Los venezolanos no sabían quien decía la verdad porque algunos medios decían que todo estaba bien otros en contra del mandatario y otros a favor de la oposición. Estas posturas se han mantenido durante los años subsiguientes, si bien algunos medios se han plegado al abandonar programas o artículos de corte opositor. El gobierno también apoyó la creación de periódicos, emisoras de radio, televisoras y sitios de Internet de carácter alternativo, que son consideradas por la oposición como focos de propaganda gubernamental, pero que el gobierno defiende como espacios de expresión para quienes eran censurados por las emisoras privadas.

Algunas Imagines alusivas de Abril de 2002






-. Autor: Vanessa Luna.-

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